viernes, 30 de mayo de 2014


LOS JÓVENES EN LA IGLESIA

Al que viene de Europa lo que le sorprende es ver tantos jóvenes en la Iglesia. La Iglesia aquí es joven primero porque su implantación en estas tierras es reciente pero también porque la mayoría de sus miembros son jóvenes.

Los jóvenes por su parte se encuentran como todos los jóvenes del mundo en una edad decisiva para su vida. Sería por parte de los mayores una falta de responsabilidad el dejarles solos, el no saber acompañarles. Por otra parte ellos son una fuerza importante que no se puede ignorar, una fuerza para renovar la Iglesia y para preparar la sociedad a afrontar los desafíos del futuro.

En Gamia hemos tenido un encuentro en el que se convoco a los jóvenes y al que acudieron también algunos profesores jóvenes que son también cristianos y algunos padres especialmente sensibles a las cuestiones de la familia. Se trataba de tocar el tema de las relaciones afectivas y sexuales de los jóvenes. Muchos hablaron de cómo hay muchos que dicen que te quieren pero sólo van buscando su propio placer, otros seducen ofreciendo regalos, dinero, una futuro solucionado a su lado. Se hablo de estar despierto para no dejarse engañar, para descubrir ese amor verdadero de quién es capaz de dar la vida por el otro, sacrificarse por él, de comprometer su vida con él. Lo que puede ser agradable en un primer momento luego te puede llevar a que tu vida se destruya.

Se trataba de que descubrieran que la fe debe iluminar todo lo que vivimos y que para ello era bueno estar unidos como jóvenes cristianos y así ayudarse mutuamente y poder ser igualmente testimonio para otros jóvenes que andan un poco perdidos. Quedaron de aprovechar en el instituto una mañana que se les deja para actividades voluntarias y poder así encontrarse como juventud cristiana invitando a algunos de los profesores cristianos para ayudarles a una reflexión a la luz del Evangelio de las cuestiones concretas que viven en su juventud. Se terminó orando, cantando y danzando como sólo los jóvenes y especialmente los africanos lo saben hacer. Marchamos todos con la alegría de saber que algo nuevo se estaba iniciando entre esos jóvenes que ya no se sentían solos. En los otros jóvenes y en los mayores, sentían que Jesús les acompañaba en el camino de su vida y no sólo en el momento de orar en la Iglesia.
Yo por mi parte vi que tampoco estoy sólo como sacerdote, que Jesús me acompaña y me hace descubrir personas de la comunidad que pueden y desean trabajar con los jóvenes. Vi como los jóvenes responden cuando descubren la verdad del camino que propone Jesús y cuando alguien pone la confianza en ellos. Me acorde de San Juan Pablo II y su opción por los jóvenes. Estos días en algún rato libre comencé a releer muchas de las cosas que les decía para despertar en ellos lo mejor que llevan en su corazón, para abrir sus vidas con valentía a Cristo.

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