viernes, 16 de mayo de 2014


CUANDO UN AMIGO SE VA


Cuando un amigo se va algo se muere y algo nace en el alma. Juan Sabi se nos fue ayer. A las 3 de la tarde me avisaron de la comunidad, Juan acaba de fallecer. Con él se nos fue un amigo, un hermano. El ya goza de la vida de Dios, nosotros seguimos luchando con la esperanza de que un día también entraremos en ese gozo que Jesús Resucitado nos ha ganado con su encarnación y su cruz.

Juan era el que manejaba todo el sistema de sonido de la iglesia de Gamia. Le vamos a sentir en falta cada vez que nos reunamos en la iglesia. Aprovechaba cada vez que se encendía el motor de gasóleo para tener electricidad para cargar los teléfonos portátiles de todos los que acudían a la sacristía pidiéndoselo.  Hace dos semanas que yo comencé a visitar las pequeñas comunidades que se reúnen los sábados por la tarde en los cinco barrios en que se divide la ciudad. Y la primera vez era en la casa de Juan. Ese día estaba muy contento de poder acoger a la comunidad en su casa y de que incluso el cura viniese ese día a la reunión. La reunión comenzaba a las 8 y ya era de noche, yo fui con mi linterna y él cuando vio que mis pilas estaban ya en las últimas, fue corriendo con sus dos muletas a comprarme pilas nuevas. El estaba queriendo acoger a Jesús en su casa y sin saberlo estaba despidiéndose de todos nosotros.

Juan caminaba con dos muletas porque una de las piernas le había sido amputada unos años atrás, tenía una enfermedad infecciosa que le había alcanzado los huesos. Muchas enfermedades que en Europa se curan fácilmente, aquí por la falta de medios económicos pueden convertirse en graves y causar la muerte. El grupo de Caritas le ayudó llevándolo al Hospital de Tangeta que llevan los hermanos de San Juan de Dios, pero aún así no pudo detenerse su infección. Últimamente se le ayudaba con gasas y agua oxigenada para cuidar su herida siempre abierta en la pierna.

 
Hoy como bautizado que era hemos celebrado la eucaristía con el cuerpo presente cubierto con un paño y en una estera de paja, sin caja ninguna. Y luego siguiendo la tradición batombu (baribá) se siguieron los rituales que su familia había ya preparado enterrándolo junto a su casa como hacen con los que fallecen ya mayores y eso que Juan no tenía apenas cuarenta años. Que desde el cielo nos ayude a escuchar los cantos de alabanza de la victoria de Jesús resucitado. Que descanse en paz.

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