LOS JÓVENES EN LA IGLESIA
Al
que viene de Europa lo que le sorprende es ver tantos jóvenes en la Iglesia. La
Iglesia aquí es joven primero porque su implantación en estas tierras es
reciente pero también porque la mayoría de sus miembros son jóvenes.
Los
jóvenes por su parte se encuentran como todos los jóvenes del mundo en una edad
decisiva para su vida. Sería por parte de los mayores una falta de
responsabilidad el dejarles solos, el no saber acompañarles. Por otra parte
ellos son una fuerza importante que no se puede ignorar, una fuerza para
renovar la Iglesia y para preparar la sociedad a afrontar los desafíos del
futuro.
En Gamia
hemos tenido un encuentro en el que se convoco a los jóvenes y al que acudieron
también algunos profesores jóvenes que son también cristianos y algunos padres
especialmente sensibles a las cuestiones de la familia. Se trataba de tocar el
tema de las relaciones afectivas y sexuales de los jóvenes. Muchos hablaron de
cómo hay muchos que dicen que te quieren pero sólo van buscando su propio
placer, otros seducen ofreciendo regalos, dinero, una futuro solucionado a su
lado. Se hablo de estar despierto para no dejarse engañar, para descubrir ese
amor verdadero de quién es capaz de dar la vida por el otro, sacrificarse por
él, de comprometer su vida con él. Lo que puede ser agradable en un primer
momento luego te puede llevar a que tu vida se destruya.
Se
trataba de que descubrieran que la fe debe iluminar todo lo que vivimos y que
para ello era bueno estar unidos como jóvenes cristianos y así ayudarse
mutuamente y poder ser igualmente testimonio para otros jóvenes que andan un
poco perdidos. Quedaron de aprovechar en el instituto una mañana que se les
deja para actividades voluntarias y poder así encontrarse como juventud
cristiana invitando a algunos de los profesores cristianos para ayudarles a una
reflexión a la luz del Evangelio de las cuestiones concretas que viven en su
juventud. Se terminó orando, cantando y danzando como sólo los jóvenes y
especialmente los africanos lo saben hacer. Marchamos todos con la alegría de
saber que algo nuevo se estaba iniciando entre esos jóvenes que ya no se
sentían solos. En los otros jóvenes y en los mayores, sentían que Jesús les
acompañaba en el camino de su vida y no sólo en el momento de orar en la
Iglesia.
Yo por mi parte vi que tampoco
estoy sólo como sacerdote, que Jesús me acompaña y me hace descubrir personas
de la comunidad que pueden y desean trabajar con los jóvenes. Vi como los
jóvenes responden cuando descubren la verdad del camino que propone Jesús y cuando
alguien pone la confianza en ellos. Me acorde de San Juan Pablo II y su opción
por los jóvenes. Estos días en algún rato libre comencé a releer muchas de las
cosas que les decía para despertar en ellos lo mejor que llevan en su corazón,
para abrir sus vidas con valentía a Cristo.