ADENTRARSE EN
LA PASION
Vivo la Pasión de Jesús aquí y ahora, no
es como otros años, hay algo nuevo. Siento una llamada a adentrarme en el
corazón de Cristo, en su amor por estas gentes. Es una pasión de amor. Un amor
que brota de las mismas entrañas de Dios por cada persona y de una manera
especial por los más pobres, por los que están más excluidos, más abandonados,
más perdidos.
Es una llamada a no quedarme en el
exterior más o menos exótico y colorido de la cultura africana, es ser valiente
para no tener miedo de entrar a compartir lo que vive la gente en su interior,
sus alegrías y sus sufrimientos.
En ningún lugar como aquí yo he sentido
la alegría de alabar al Señor con este pueblo, de cantar y danzar agradeciendo
su amor, lo que El es como Don de Dios, como gracia que nos regala compartir su
misma vida. El Domingo de Ramos vivíamos esta alegría del Espíritu que los más
sabios y entendidos desde su frío análisis podrían despreciar como cosa de
niños y de gente ignorante. Y sin embargo es la alegría de las bienaventuranzas,
la alegría de los pobres, de los que en su sufrimiento experimentan el consuelo
de Dios, de los misericordiosos…
Los sacerdotes nos pasamos en este tiempo
confesando y conociendo así todas las miserias morales y todos los sufrimientos
de la gente. Reconoces en los otros tus miserias. El corazón te queda
atravesado por tanto dolor pero con la alegría de que Jesús ha convertido todo
eso en una ocasión para abrirnos a la pasión de su amor por nosotros que da
sentido a la cruz.
Hoy ha sido en Bembereke donde sin cesar
viene a confesarse mucha gente de todas las edades. En algún momento en que no
vino nadie salí a tomar el aire y ahí estuve un rato con esos niños y una
pareja tomando un poco de aire fresco. ¡Que con la Pascua venga ese aire del
Espíritu que nos de nueva fuerza para seguir caminando con esperanza!
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