viernes, 14 de noviembre de 2014

COMIENZO DE UNA ESCUELA

Caminando hacia Theure donde se encuentra una de nuestras comunidades, el catequista que me acompaña me señala una pequeña escuela que hay en el camino y me dice que uno de los maestros que es de nuestra comunidad de Gamia, le gustaría que alguna vez nos parasemos y le saludásemos.
Sin más tardar, ese mismo día, a la vuelta, nos paramos a saludarle. ¡Y qué descubrimiento! En medio de pleno bosque donde se hallan varias viviendas dispersas de la etnia Gando, vimos la belleza de una iniciativa tomada por Basilio, un maestro católico ya jubilado.
Vimos como la fuerza de la buena voluntad puede hacer obras hermosas aunque no se tengan medios económicos ni haya ninguna ONG detrás. Basilio después de muchos años de trabajo y habiendo participado en el comienzo de muchas escuelas, ahora que ha llegado a la jubilación con una pequeña paga y que podría pensar en sólo descansar, él decidió vivirla de otra manera.
El nos contó como siente pasión por los niños, por poder enseñarles y ver con alegría como descubren la posibilidad de avanzar en el camino de la educación como una apertura a nuevas posibilidades para su futuro. La mayoría no van a la escuela porque los padres no acaban de ver la necesidad de la escolarización y prefieren que se queden a trabajar con el ganado. Otros no van simplemente porque no hay ninguna escuela cerca y no tienen medios para llevarles a otra parte.
Basilio dice que mucho mejor que perder el tiempo en tertulias hablando de todo y de nada, prefirió dedicar su trabajo de una manera voluntaria para hacer posible el comienzo de una escuela en esta aldea donde hay muchos niños deseosos de aprender.
Hace cuatro años comenzó construyendo una pequeña escuela de barro y con la ayuda de algunas personas de buena voluntad pudo comprar algunas latas para el techo. Y hoy ya tiene el segundo edificio y ya el gobierno la ha tomado como una escuela reconocida oficialmente enviando un director que se ocupa de los más mayores y el sigue en otra clase con los más pequeños.

Daba gusto ver y escuchar a Basilio, sabio y humilde, que con sencillez y entusiasmo nos mostraba su pequeña escuela y su orgullo no por lo que él había hecho sino por poder ver esos niños escolarizados. Marché de allí dando gracias a Dios que mueve los corazones de personas como Basilio a darse gratuitamente en favor de los más pequeños.

No hay comentarios:

Publicar un comentario