EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN
Este subtítulo del Papa Francisco a su última encíclica “Laudato Si” (Alabado seas),
nos hace tomar conciencia de que la tierra es nuestra casa común, que todo está
relacionado y de que sólo con una mirada universal y buscando una respuesta en
común podremos hacer frente a nuestra responsabilidad de cuidar de nuestra
tierra.
Cuando
vemos por la televisión los dramas del hambre y de la guerra, podemos pensar
que es algo que nada tiene que ver con nuestra forma de vida y que en nada nos
va a afectar. Sin embargo hay que reconocer que nosotros somos responsables de
la injusticia que causa el hambre y somos cómplices de los conflictos que
provocan las guerras a las que por otra parte nuestras industrias proporcionan
las armas.
Pero
pronto nuestra tranquilidad egoísta que busca sólo su propio bienestar es
perturbada al ver que las enfermedades contagiosas no respetan fronteras, el
terrorismo brota de nuestros países y nos alcanza con sus atentados, que
poblaciones enteras que huyen del hambre y de la guerra llegan a buscar refugio
entre nosotros.
¿Qué
hacer? ¿Construir más muros y alambradas para defendernos? ¿Separarnos de todo
proyecto político en común para volver a nacionalismos que sólo vean y
defiendan nuestros intereses particulares?
Los
desafíos que tenemos delante en este momento sólo pueden ser resueltos desde
una visión integral de las causas y buscando que los problemas que nos afectan
a todos sean resueltos entre todos. No podemos hacer como el rico que banquetea
sin querer mirar al Lázaro que tiene a la puerta. No podemos avanzar sin descubrir
que no hay verdadero desarrollo y paz para la humanidad si pretendemos avanzar
nosotros solos sin ver a los que quedan atrás y se desangran en las cunetas.
La
entrada masiva de refugiados, el terrorismo y el deterioro de la naturaleza es
una ocasión para que Europa y la humanidad entera tome conciencia de que
tenemos que despertarnos de nuestra indiferencia y construir una sociedad
solidaria que no se deje reducir al domino de los intereses económicos haciendo
de nuestra tierra un simple mercado. En esta tarea los cristianos que conocemos
a Jesús hemos de dar un paso al frente. Hemos de unirnos a todas las personas
que buscan una respuesta solidaria y humana a tantas personas que sufren las
consecuencias de una sociedad y una cultura enferma que adora el Dinero y
olvida que su verdadera riqueza es el Amor de Dios hecho humanidad nueva.
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