jueves, 3 de septiembre de 2015

EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN

Este subtítulo del Papa Francisco a su última encíclica “Laudato Si” (Alabado seas), nos hace tomar conciencia de que la tierra es nuestra casa común, que todo está relacionado y de que sólo con una mirada universal y buscando una respuesta en común podremos hacer frente a nuestra responsabilidad de cuidar de nuestra tierra.
Cuando vemos por la televisión los dramas del hambre y de la guerra, podemos pensar que es algo que nada tiene que ver con nuestra forma de vida y que en nada nos va a afectar. Sin embargo hay que reconocer que nosotros somos responsables de la injusticia que causa el hambre y somos cómplices de los conflictos que provocan las guerras a las que por otra parte nuestras industrias proporcionan las armas.
Pero pronto nuestra tranquilidad egoísta que busca sólo su propio bienestar es perturbada al ver que las enfermedades contagiosas no respetan fronteras, el terrorismo brota de nuestros países y nos alcanza con sus atentados, que poblaciones enteras que huyen del hambre y de la guerra llegan a buscar refugio entre nosotros.
¿Qué hacer? ¿Construir más muros y alambradas para defendernos? ¿Separarnos de todo proyecto político en común para volver a nacionalismos que sólo vean y defiendan nuestros intereses particulares?
Los desafíos que tenemos delante en este momento sólo pueden ser resueltos desde una visión integral de las causas y buscando que los problemas que nos afectan a todos sean resueltos entre todos. No podemos hacer como el rico que banquetea sin querer mirar al Lázaro que tiene a la puerta. No podemos avanzar sin descubrir que no hay verdadero desarrollo y paz para la humanidad si pretendemos avanzar nosotros solos sin ver a los que quedan atrás y se desangran en las cunetas.
La entrada masiva de refugiados, el terrorismo y el deterioro de la naturaleza es una ocasión para que Europa y la humanidad entera tome conciencia de que tenemos que despertarnos de nuestra indiferencia y construir una sociedad solidaria que no se deje reducir al domino de los intereses económicos haciendo de nuestra tierra un simple mercado. En esta tarea los cristianos que conocemos a Jesús hemos de dar un paso al frente. Hemos de unirnos a todas las personas que buscan una respuesta solidaria y humana a tantas personas que sufren las consecuencias de una sociedad y una cultura enferma que adora el Dinero y olvida que su verdadera riqueza es el Amor de Dios hecho humanidad nueva.


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