DIALOGO EN FAMILIA
Con
ocasión del encuentro del Papa Francisco con las familias a Filadelfia y como
preparación a la segunda parte del Sínodo de las Familias, se organizó en
nuestra diócesis un encuentro para hablar de la necesidad del diálogo en el
seno de nuestras familias.
No esperábamos
más que un pequeño número de parejas. La convocación fue rápidamente hecha
y en este momento de las lluvias y del trabajo en el campo no es fácil poder
reunirse. Pero al final nos reunimos al menos casi doscientas personas. Cada parja venía con su moto y después de atravesar caminos llenos de barro y a través
de grandes charcos de agua. Fue un día de reflexión pero como todo aquí en África
en un clima de fiesta y de alegría.
Se
habló de los diferentes conflictos familiares. Muchos nacen del interior de la
pareja, pero otros vienen del exterior, de nuevas corrientes actuales contrarias
a la vida en familia y también de viejas tradiciones en las que la gran familia
tiene una importante influencia en todas las decisiones que se hacen en un
hogar. Se llegó a hablar con gran libertad de cómo vivir una sexualidad sana en
la que el hombre sabe respetar a la mujer y buscar siempre una relación de amor
y de dialogo que va más allá de buscar solamente el propio placer. La gente
reía porque aquí es aún un poco tabú hablar así abiertamente de estas cosas,
pero en el fondo agradecía poder dejarse aconsejar de personas que hablan con
una gran libertad y una profundidad que nace de la fe en Jesús.
El
diálogo entre el hombre y la mujer, y entre los padres y los hijos, se propuso
como la mejor manera de resolver los conflictos. Ni callarse ni dejarse llevar
por la cólera son las soluciones, sino buscar momentos en los que dialogar tranquilamente.
Es necesario disponerse a escuchar con
humildad y a expresarse con confianza y libertad. Igualmente se propuso
acostumbrarse a orar en familia, para que la palabra de Jesús y su Espíritu de
amor se conviertan en el fundamento de nuestras relaciones. Como solíamos decir
en España, “una familia que reza unida, siempre se mantendrá unida”.
A la
hora de comer fue la multiplicación de los panes, ya que no se había previsto
tanta gente, pero todos comimos y bebimos algo. De ahí nos fuimos a la Catedral
donde la Eucaristía nos hacía celebrar el amor de Cristo como la fuente de
nuestro amor en familia. Rezamos por el Papa Francisco y por los buenos frutos
del Sínodo.
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