LA MISERICORDIA DE JESUS
El
Papa Francisco ha anunciado un Año de la Misericordia. En el Sínodo sobre la
Familia se buscan caminos para acompañar con misericordia a aquellos que no
lograron continuar su vida en común en su matrimonio y que ahora sufren una
situación irregular de acuerdo a las normas de la Iglesia. Algunos temen que la
doctrina sea cambiada y otros muestran que no les importaría olvidarse de la
doctrina para hacer a la Iglesia más abierta a todos.
Entre
nosotros hay cristianos verdaderamente comprometidos en el seno de los
movimientos eclesiales que echan en cara a los sacerdotes de ofrecer los
sacramentos de una manera ligera sin exigir las condiciones morales para que se
puedan vivir con verdad. Es verdad que en Africa hay muchos bautizados que no han dejado
del todo las prácticas de los brujos y hechiceros que les ofrecen amuletos y le
invitan a hacer sacrificios de animales para conseguir su curación o para
obtener lo que buscan. Otros se dejan llevar por la religión del dinero y no
logran servir a Dios. Pero los que los critican no ven su pecado de orgullo y
soberbia, que les hace pensar que ellos no son pecadores, que no necesitan el
perdón y que se constituyen en jueces y acusadores de sus hermanos a los que
desprecian por su impureza religiosa.
Jesús
acoge a los pecadores pero no deja de llamarles a dejar el pecado y a comenzar
un camino hacia la santidad en el amor. Jesús a su vez come con los
fariseos, no les rechaza, pero les invita a dejar la rigidez fundamentalista
que se apoya en el cumplimiento de la ley y que olvida la misericordia. Es la
posición del padre de la parábola donde el hijo prodigo es acogido para hacerle
posible comenzar una vida nueva y el hijo mayor es también llamado a dejar su
intolerancia y a saber que él también necesita ser perdonado de su falta de
misericordia con su hermano.
Ni el liberalismo moderno ni el fundamentalismo religioso son el camino de Jesús. Jesús nos llama a la apertura de fe en su Palabra y a la acción del Espíritu para transformar radicalmente nuestra vida en un camino nuevo lleno de la misericordia del Padre.
Ni el liberalismo moderno ni el fundamentalismo religioso son el camino de Jesús. Jesús nos llama a la apertura de fe en su Palabra y a la acción del Espíritu para transformar radicalmente nuestra vida en un camino nuevo lleno de la misericordia del Padre.
Todos
necesitamos ser acompañados para hacer un camino nuevo con Jesús. Jesús nos
llama como pecadores para hacernos santos en su amor. Es la acogida con fe de
la gracia de Jesús la que nos permite cambiar el corazón y poder hacer obras
buenas. No hay que buscar en la Iglesia unas disposiciones que justifiquen lo
que hacemos, sino que con mucha misericordia y pedagogía nos ayuden a acoger la
gracia para vivir de otra manera en la santidad del amor de Jesús.
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