jueves, 5 de junio de 2014


SALUDAR Y SONREIR

Todos los días hago una hora de marcha y en el camino me encuentro con mucha gente. Las mujeres que están picando piedra para vender para la construcción y las que por la mañana venden los fritos dulces para los estudiantes. Los chavales que van o vienen de la escuela. Los que pasan con las bicis y los que van más deprisa con sus motos. Por ese camino apenas pasan coches y por eso es más tranquilo. Los hay que son los de siempre y otros que es la primera vez que los ves.

Yo intento saludar a todos y sonreírles. Según la pinta saludo en baribá, en fofulde (la lengua de los pheul y de los gandó) o en francés. Otras veces vale el gesto. La mayoría te responde con una sonrisa aún mayor o se adelanta a saludarte. Hay una minoría que te mira con recelo como si no supiera que hacer al encontrarse con un blanco y cuando le saludas en la lengua local sonríe sorprendido de ver un blanco que habla su lengua.

Saludar significa dar salud al otro. Jesús nos invita a saludar a los que no nos saludan. Recuerdo un vecino que tuve en Madrid y con el que coincidía muchas veces en el ascensor y que nunca saludaba. Yo me propuse saludarle a pesar de todo. Hasta que un día comenzó a responder tímidamente, al final era él mismo el que se adelantaba a saludar y con una sonrisa que hacía intuir una belleza escondida tras su apariencia huraña. Los cristianos estamos llamados a traspasar fronteras, a derribar los muros que nos separan, y esto a veces se convierte en pequeños gestos de la vida cotidiana.

En el camino me encuentro muchas veces con los miembros de una Iglesia formada por antiguos católicos, les saludo y les sonrío, y ellos me corresponden. Lo mismo con los musulmanes que en ese mismo camino están construyendo una cerca para el cementerio. Es sólo un primer paso, pero que permite que el otro te vea accesible y sea posible aproximarse para ir aún más allá en el camino de conocerse y de estimarse. La sonrisa muestra una actitud de cariño, de alegría de encontrarle. Cuando uno todavía no habla bien una lengua, este es un lenguaje universal que todos entienden y que te permite gozar a su vez de sus sonrisas llenas de belleza. La sonrisa hace los rostros más bellos.

 

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