sábado, 2 de agosto de 2014


DEJARSE CONDUCIR

La vida aquí es impredecible, nada está asegurado. Compartir la vida de los pobres es asumir sus condiciones de vida, donde todo puede pasar. Los medios son muy precarios y nada está asegurado. Y uno tiene que aprender a vivir así y a buscar otra manera de vivir que no depende tanto de nuestras seguridades materiales. Es entrar en esa dinámica de búsqueda del Reino y su justicia que demanda hacerse como niños que pueden caminar sin miedos y con confianza porque se saben amados por un Padre que cuida de ellos.

Cuando alguien me preguntaba en España por el futuro de nuestra misión, yo me quedaba sin palabras para responder. Aquí se vive al día, y si apenas se puede sobrevivir cada día ¿cómo hablar del futuro según la mentalidad materialista de una sociedad que se lo niega a los más pobres? Pero sí que se puede elegir un camino como el de Jesús que abre un futuro diferente para la humanidad. Es dejarse conducir por el Espíritu que siempre nos abre perspectivas nuevas en ese camino hacia una humanidad “más humana”, “más llena de Dios”. Nos debemos resistir a ser guiados por los hombres grises de las finanzas y por los políticos que sólo buscan su propio interés desoyendo a la sociedad civil, o los que aprovechando el malestar nos prometen un paraíso populista e irreal. En este camino nuevo se demanda la aportación y el trabajo de todos y de cada uno, nadie queda excluido.

Todo lo material que aquí se construye dura poco. Pero lo que se construye al interior de las personas y los lazos que van creando redes de solidaridad que buscan otras maneras de vivir, eso permanece. Jesús nos dice que no trabajemos sólo por el alimento perecedero sino por el que permanece para siempre.

Ayer, 1 de Agosto, se celebraba el Día de la Independencia de Benín, y la organización eclesial de Justicia y Paz de Benín, que se llama “El Canto del Pájaro” señalaba que el camino hacia un futuro nuevo pasaba por superar el pesimismo y confiar los unos en los otros, en nuestra capacidad de unirnos para trabajar por un bien común a todos. Hay que estar atentos a lo que el Espíritu está diciendo a la Iglesia y a toda la humanidad, la llamada a salir de esos caminos mercantiles que prometen un futuro individualista y que a su vez se lo están quitando a las grandes mayorías más débiles de la humanidad.

 

 

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