DEJARSE CONDUCIR
La
vida aquí es impredecible, nada está asegurado. Compartir la vida de los pobres
es asumir sus condiciones de vida, donde todo puede pasar. Los medios son muy precarios
y nada está asegurado. Y uno tiene que aprender a vivir así y a buscar otra
manera de vivir que no depende tanto de nuestras seguridades materiales. Es
entrar en esa dinámica de búsqueda del Reino y su justicia que demanda hacerse
como niños que pueden caminar sin miedos y con confianza porque se saben amados
por un Padre que cuida de ellos.
Cuando
alguien me preguntaba en España por el futuro de nuestra misión, yo me quedaba
sin palabras para responder. Aquí se vive al día, y si apenas se puede
sobrevivir cada día ¿cómo hablar del futuro según la mentalidad materialista de
una sociedad que se lo niega a los más pobres? Pero sí que se puede elegir un
camino como el de Jesús que abre un futuro diferente para la humanidad. Es
dejarse conducir por el Espíritu que siempre nos abre perspectivas nuevas en
ese camino hacia una humanidad “más humana”, “más llena de Dios”. Nos debemos
resistir a ser guiados por los hombres grises de las finanzas y por los
políticos que sólo buscan su propio interés desoyendo a la sociedad civil, o
los que aprovechando el malestar nos prometen un paraíso populista e irreal. En
este camino nuevo se demanda la aportación y el trabajo de todos y de cada uno,
nadie queda excluido.
Todo
lo material que aquí se construye dura poco. Pero lo que se construye al
interior de las personas y los lazos que van creando redes de solidaridad que
buscan otras maneras de vivir, eso permanece. Jesús nos dice que no trabajemos
sólo por el alimento perecedero sino por el que permanece para siempre.
Ayer,
1 de Agosto, se celebraba el Día de la Independencia de Benín, y la
organización eclesial de Justicia y Paz de Benín, que se llama “El Canto del Pájaro”
señalaba que el camino hacia un futuro nuevo pasaba por superar el pesimismo y
confiar los unos en los otros, en nuestra capacidad de unirnos para trabajar
por un bien común a todos. Hay que estar atentos a lo que el Espíritu está
diciendo a la Iglesia y a toda la humanidad, la llamada a salir de esos caminos
mercantiles que prometen un futuro individualista y que a su vez se lo están
quitando a las grandes mayorías más débiles de la humanidad.
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